El agua del manantial de esta pedanía llegaba al gran pilón rectangular de once metros que estaba rodeado por losas para restregar la ropa durante el lavado
Los trabajos han consistido en la recuperación del monumento y su adecuación para que pueda ser visitado, incluyendo una pérgola a dos aguas y barandillas con rollizos de madera
Fulgencio Gil Jódar, alcalde: “El lavadero es un fragmento de la historia de Coy. Un legado, testigo de la vida comunitaria, que era imprescindible recuperar y poner en valor”
Lunes, 21 de julio de 2025. La Lorca de antaño, cuando aún el agua corriente no llegaba a los hogares de los lorquinos, estaba plagada de lavaderos públicos que no sólo servían para lavar la ropa, sino también los ‘cacharros’ de cocina y para refrescarse cuando el calor se hacía más intenso en el verano. En Zarzadilla de Totana, Doña Inés… se recuperaron estos espacios, a los que se suma en estos días el lavadero de Coy. “El lavadero es un fragmento de la historia de Coy. Un legado, testigo de la vida comunitaria, que era imprescindible recuperar y poner en valor”, ha afirmado este lunes el alcalde, Fulgencio Gil Jódar.
Cuando el agua corriente llegó a nuestras casas “perdieron su función”, pero son “patrimonio histórico, elementos etnográficos, que no debemos dejar desaparecer. Debíamos preservar la memoria de estos espacios que fueron punto de encuentro. Era el lugar donde los vecinos sabían lo que sucedía, conocían las últimas noticias. Una especie de redes sociales de antaño”, ha recordado.
Alumnos de los programas experienciales y trabajadores de la subvención del Empleo Público Local del Sepe de la Concejalía de Desarrollo Local han llevado a cabo la recuperación y reconstrucción del lavadero ‘La Pará’, pero también han realizado tareas de mantenimiento y puesta a punto de la Playa Fluvial de Coy. “En esta última se han pintado las zonas de descanso, farolas, puentes y sombrillas. Se han sustituido los tablones de los puentes que se encontraban en mal estado, así como las barandillas del estanque”, ha enumerado el alcalde.
La Playa de Coy, ha significado, “es uno de los espacios fluviales más bonitos de toda la Región. El lugar tiene un encanto especial, rodeado de naturaleza, y con unos pinos de gran porte que permiten zonas de sombra. A pocos metros de un nacimiento, sus aportaciones llenan la piscina con aguas cristalinas y con una temperatura deseable en estos días de intenso calor”.
En cuanto a los trabajos realizados en el lavadero han consistido en movimiento de tierras para acondicionamiento del terreno, ejecución de 30 metros cuadrados de muro de bloques de hormigón para acceso peatonal desde la calle La Fuente al lavadero. 60 metros cuadrados de solera de hormigón para acceso peatonal, 40 metros cuadrados de muro de mampostería en el perímetro del lavadero, colocación de 140 metros cuadrados de piedra laja natural en todo el solado, ejecución de dos escaleras de acceso realizadas con vigas de madera, pérgola a dos aguas de madera de pino alistonado y cubierta de tégola asfáltica y 40 metros de barandillas realizadas con rollizos de madera.
“La intención era recuperar el monumento para hacerlo visitable, pero también para que, en momentos puntuales, si así lo precisan los vecinos, pueda utilizarse. Estos trabajos, como decía, se han realizado con los Consejos comarcales y con los trabajadores del Empleo Público Local, que han rebajado considerablemente los costes, al tener que hacer únicamente frente a los materiales que han estado en torno a 35.000 euros y que ha financiado el Ayuntamiento”, ha añadido.
El lavadero cuenta con una pila alargada rectangular de 11 metros y, rodeándola, losas en las que se restregaba la ropa. “Tenían cierta pendiente para que el agua que entraba por un lado saliese por el otro y así se arrastraba la suciedad de la ropa. Se han mantenido las piezas originales del lavadero que se abastecía con el agua que llegaba del nacimiento de Coy. Y me cuentan los más antiguos del lugar que precisamente los espacios más solicitados eran los que había junto a esa entrada de agua”, ha detallado.
Gil Jódar hacía referencia a anécdotas de estos lavaderos. “Se utilizaban para lavar la ropa, pero también muchos venían aquí a fregar el menaje de cocina. Y hasta los más pequeños se bañaban cuando el calor apretaba. Se lavaba la ropa con jabón casero y Azulete y se solía dejar secar al sol para hacer desaparecer las últimas manchas. En algunos de estos lavaderos incluso se podía tender. No estaban exentos de dificultades, porque el agua fluía en ellos en función del régimen de lluvias y había momentos, sobre todo al final del verano, en que el nivel descendía considerablemente”.
Estos ‘monumentos’, testimonio vivo de las costumbres, prestaban servicio a los vecinos de las pedanías, pero también de la ciudad. En esta última, junto a la Fuente del Oro, estaba el lavadero municipal, en la entonces calle de los Caños de Cerón, actual avenida de Santa Clara. La llegada del agua corriente a las viviendas lo dejó en desuso, desapareciendo en 1966, y construyéndose en su lugar las lonjas municipales. Aquel lavadero tenía varios pilones en su planta baja entre arcadas y, en la planta alta, había espacio para tender la ropa. Tenía una fachada un tanto peculiar de estilo hispanoárabe. El proyecto lo llevó a cabo el arquitecto Jaime Bort Milia, autor del Puente Viejo y portada de la catedral de Murcia.
La recuperación de los lavaderos históricos de Coy forma parte de un proyecto que pretende poner en valor las singularidades de cada una de las pedanías. “Queremos destacar las peculiaridades de estos enclaves y que se conviertan en un atractivo más que no sólo disfruten los vecinos, sino también los visitantes”, ha concluido el alcalde.